Dado que nadie está excluido de invocar a Dios, la puerta de la salvación está abierta a todos. No hay nada que nos impida entrar por ella, sino sólo nuestra propia incredulidad.
Dios es digno de toda Gloria y Honor. ¿De qué manera has honrado a Dios? ¿Dios se sentirá honrado al ver tu vida? Es necesario examinar nuestra vida si es que no hemos caído en la misma ceguera espiritual que cayó el pueblo de Israel.